En el mundo existen dos tipo de personas; aquellos que transforman los obstáculos en oportunidades y aquellos que transforman los obstáculos en excusas.
Todos los días nos vemos enfrentados a situaciones ante las cuales debemos tomar decisiones.
Las decisiones que tomamos a lo largo de una jornada son una representación del paquete de habilidades que hemos desarrollado durante un periodo anterior.
Cada acción que realizamos tiene una consecuencia y colabora para construir el camino hacia un destino deseado.
Las inacciones también tienen consecuencias. No siempre tangibles en primera instancia, pero muchas veces más importantes para el desenlace de lo que esperamos que ocurra.
Las personas en general no toman acción (conscientes de que deben) por dos motivos principales:
Por miedo al fracaso.
Por miedo a lo que dirán otras personas.
La mentalidad es el factor limitante. Puedes ver las fallas como una oportunidad para crecer o puedes verlas como el límite donde tus habilidades te permiten llegar. Ambas opciones son correctas, pero solo una te conduce al crecimiento.
En mi caso particular, ya habiendo superado la etapa de mentalidad limitante, creo que mis únicos miedos son:
Morir sin haber descubierto de lo que soy realmente capaz.
Morir con el arrepentimiento de no haber intentado cosas grandes.
Mis miedos actuales son tan reales como mis miedos anteriores, pero hay una diferencia radical entre ellos: los anteriores motivan la inacción o estancamiento; los actuales motivan la acción y el cambio.
En este artículo desarrollaremos un tema fundamental para cualquier persona que busca progresar en la vida. Hablaremos sobre cómo enfrentar dificultades con una mentalidad ganadora, y cómo transformar esta habilidad es nuestro nuevo superpoder.
La mayoría de las personas deja que las dificultades afecten su comportamiento.
Este es un gran problema ya que si hay algo que te hará salir de una dificultad es la acción.
Si detienes las acciones que están destinadas a mejorar tu vida, ese resultado que buscas estará cada vez más lejos.
El miedo es una emoción natural que surge cuando percibimos una amenaza o peligro. Esta emoción desencadena una respuesta de "lucha o huida" que puede ser útil o perjudicial según la situación.
El miedo nos prepara física y mentalmente para enfrentar una potencial amenaza y aumentar la probabilidad de salvar nuestras vidas, pero también nos pone grandes obstáculos para vivir la vida que deseamos.
Definamos estos dos miedos.
Miedo al fracaso
Este miedo es una emoción natural que nos protege de disminuir nuestra valoración personal o estima.
Esta emoción se sustenta en la interpretación que realizamos de una situación, la anticipación que hacemos de las posibles consecuencias y la valoración que hacemos de nosotros mismos de acuerdo al resultado que obtengamos.
Esta respuesta biológica en la mayoría de los casos es exagerada y desajustada de la realidad, lo que amplifica la percepción de posibles consecuencias sobre nuestras acciones y hace sentir a las personas que su valoración, al no cumplir una cierta expectativa, se desplomará.
El principal error en esto es confundir “tener un fracaso” con “ser un fracasado”.
La visión catastrófica que nos advierte nuestro cerebro es recurrente y automática, y nos hace justificar la inacción al pensar que somos incapaces de lograr algo específico, y que si fallamos una vez, volveremos a fallar eternamente.
Miedo a ser juzgado
El miedo a ser juzgado es el más común de todos. Este es un trastorno que experimenta una persona donde el congelamiento de las acciones proviene del miedo a ser juzgado, humillado o rechazado por otros.
Este miedo también tiene relación directa con la sensación de pérdida de valor, pero a mi parecer, la gran diferencia con el miedo anterior es que esta vez nos preocupa el cómo nos valoran otros en lugar de la valoración que hacemos sobre nosotros mismos.
Hay una frase de que uso como motivación para superar este tipo de miedos:
“Tú no tienes miedo a fallar, tienes miedo a lo que otras personas van a pensar de ti cuando falles. Pero si tienes miedo a eso, imagina lo que van a pensar de ti al saber que ni siquiera lo estás intentando. No les importa”.
Estrategia para revertir miedos
Si ya sabemos que los miedos detonan emociones fuertes que impactan en nuestras acciones podemos usarlos a nuestro favor.
Es aquí donde aparece el concepto de miedos negativos y positivos.
Un miedo negativo sería el miedo al fracaso del que hablamos anteriormente. Este es considerado negativo porque nos lleva a tomar acciones de evasión que nos alejan de un objetivo deseado.
Un miedo positivo sería el miedo al arrepentimiento, el cual también nos lleva a tomar acciones de evasión pero que nos acercan a un objetivo deseado. Vas a evitar perder tiempo en cosas irrelevantes, vas a evitar invertir tu valiosa energía en cosas sin sentido, vas a evitar no enfrentar las dificultas con valentía, etc.
Cuando el miedo a quedarte en la situación que estás supera el miedo al cambio, es cuando el cambio ocurre.
Tienes que tener más miedo al arrepentimiento de no haber luchado por lo que soñabas que miedo a ser juzgado por otros.
Para adquirir un superpoder debes tener una estrategia superpoderosa y esta es una de ellas.
Si en lugar de poner atención en los miedos negativos la dirigimos hacia miedos positivos, podemos sacar un gran provecho de ellos.
Todas las decisiones que tomamos están dirigidas hacia un objetivo o resultado soñado.
Cada vez que evitamos actuar estamos postergando la ocurrencia de algún objetivo y lo aceptamos como normal porque las consecuencias de evadir ese miedo en el corto plazo son pequeñas.
Desde ahora en adelante, cada vez que sientas miedo piensa inmediatamente en las consecuencias a largo plazo que tendrá esa inacción, y lo más probable es que comiences a enfrentar las dificultades de la vida con una nueva perspectiva.
Si buscas aplicar esto en tu vida usa como referencia estos pasos:
Haz una lista de los 3 miedos más grandes de cosas que quieras evitar en tu vida. Ejemplo: “tengo miedo de morir pobre”.
Vincula cada uno de esos miedos a alguna acción. Ejemplo: “Si no me levanto a trabajar hoy seré pobre el resto de mi vida, por lo tanto, debo moverme”.
Cada vez que sientas ganas de renunciar o no avanzar en tus objetivos, piensa en las consecu