Cuando te involucras en la ciencia, o ejerces la medicina, te tornas bastante escéptico en cuanto a cosas que la ciencia no puede explicar. Así es como Gavril pensaba. Pero esos pensamientos siempre quedaban en el olvido cuando se cruzaba con su ex novia, había algo en ella, algo que no era normal del todo. cruzarse con ella era algo incorrecto, algo que tenía estrictamente prohibido por los prejuicios de su familia que lo quería lejos de aquella mujer por sus orígenes humildes. pero la profesión de Gavril como enfermero lo llevaba a cruzarse con todo tipo de personas, y aquella mujer no era la excepción. Más de una vez en el correr de dos años, había sido él quien vendo los huesos de su ex novia que se rompían con una misteriosa frecuencia y aunque sabía bien que no debía importarle, que no debía hacer de aquello un asunto suyo, la pequeña voz traidora de su cabeza lo instaba a repetirse la pregunta sin sezar. ¿Cómo se rompía los huesos ella con tanta frecuencia?. No fue si no hasta la noche después de una fiesta de cumpleaños que Gavril tuvo una sospechosa respuesta a su pregunta. Gavril sabía que alguno de los amigos que había hecho a lo largo de su vida, eran también amigos de su ex novia, Ángel nunca había sido una mujer especialmente social, de hecho ni siquiera le gustaba la gente y sentía poca o ninguna simpatía hacia la personas, pero incluso así tenía su pequeño círculo de amigos. Alguno de esos amigos eran también los suyos, por eso cuando Agustina una de sus más cercanas amiga lo invitó a su fiesta de cumpleaños, Gavril vaciló en aceptar, pero al final ¿que mas daba? El ya tenía veintitrés años, no podía pasarse la vida escondiéndose del pasado, ni vivir atado al prejuicio de sus familiares, así que al final de la noche termino llendo a la fiesta de su amiga. Para cuando llego, la fiesta ya estaba en su pleno apogeo, afortunadamente cuando Gavril se encontró con Agustina que bebía entre risas junto a su novio y otro par de amigos en comunes, no había rastros de Ángel a la vista. De alguna manera Gavril sintió un incorrecto pinchazo de decepción. Allí, nadie sabía que él tuvo una relación con Ángel, de haberlo sabido quizá él habría podido preguntar por la ausencia de la mujer. Alejando el pensamiento, Gavril se reprendió así mismo. Él no debía pensar en ella, era totalmente incorrecto. El recuerdo de los peculiares y hermosos ojos dorados de Ángel mirándolo con indiferencia cada vez que se habían lamentablemente encontrado en el hospital, asalto su mente. Más de una vez Gavril había intentado no mirarla mientras envolvía las vendas en la piel pálida de su ex pero sus ojos siempre terminaban viajando distraídamente hacia ella, afortunadamente, Ángel parecía sentir tanta indiferencia hacia él que nunca lo notaba y en cuanto terminaba de venderla y el médico la autorizaba, se marchaba sin una sola palabra. Estaba bien, era entendible, él fue un novio terrible y por su causa las cosas entre ambos habían ido terriblemente mal. Suspirando, Gavril le dio un sorbo a su bebida, el alcohol le quemó la garganta pero trajo alivio a sus pensamientos, no entendía por qué, pero últimamente pensaba mucho en el pasado. Durante la noche, trato de distraer su mente y se unió a las animadas charlas de sus amigos hasta que la fiesta llegó a su fin. Medio ebrio, Gavril se tambaleó por las calles sumidas en silencio, de alguna manera la temperatura había descendido bastante en el correr de la madrugada y ahora una ventisca helada le mordía la piel de los brazos. Quizá había hecho una mala elección de vestuario y mientras pensaba en ello, fue que sucedió. La cosa salió de la nada, al principio parecía solo una persona, quizá más alta de lo normal, pero cuando abandonó las sombras del callejón la respiración de Gavril se atascó en sus pulmones. Aquello no era una persona en lo absoluto, o al menos no se parecía en nada a una. Tenía la piel de un azul mortecino, como ese color morado que tomaba la piel de los fallecidos al entrar en rigor mortis, Gavril lo recordaba de haber precenciado una autopsia en una de sus clases prácticas, la cosa que medio caminaba medio se arrastraba hacia él, tenía la piel de ese mismo exacto color, el color de los muertos. La cabeza estaba totalmente desprovista de cabello dejando ver un cráneo huesudo con venas prominentes, unos ojos del color de la sangre se clavaron en él y una sonrisa llena de afilados colmillos se retorció en la cara de la criatura marcando aún más los huesos de su rostro en los pómulos hundidos. Gavril se estremeció e intentó respirar, pero el aliento se le había atascado en los pulmones, la garganta le ardía y no conseguía tomar ni siquiera una bocanada de aire. La cosa, cuyo pasos sonaban pesados y como si garras se arrastrarán sobre el asfalto, levantó la cabeza y olfateó el aire y una larga lengua morada salió de su boca mientras la cosa se lamía los labios. "muévete" de dijo Gavril asi mismo mientras la cosa se acercaba aún más él,"muévete" se gritó en su mente, pero su cuerpo no se movió y la criatura se abalanzó. Pero cuando estaba a solo un paso de alcanzarlo se detuvo abruptamente, los ojos como la sangre miraron hacia algo detrás de Gavril y entonces se abrieron desmesuradamente y el rostro se le deformó en una expresión de absoluto terror. ¿Que estaba pasando? ¿Que había detrás de él? Debía ser algo mucho peor que la criatura que tenía enfrente como para que la aterrara tanto. El pensamiento le provocó náuseas del miedo y sintió que el mundo giraba cuando un mareo le sacudió el cuero. "¡ho Dios, ho Dio!" ¿iba a hiperventilar delante de la criatura que tenía enfrente y de la que fuera que tuviera detrás? No, no. tenía que mantenerse concentrado o definitivamente moriría allí. La criatura frente a él con los ojos aún clavados en un punto sobre el hombro de Gavril, gimió lastimeramente, se encorvó elevando unos brazos flacos con la piel azul pegada a los huesos como si intentara protegerse y retrocedió, echando a correr en la dirección contraria en un intento de escapar. Pero antes de que consiguiera llegar lejos, un resoplido se oyó a espalda de Gavril, un resoplido que se oía tremendamente similar a una risa humana. Entonces el mundo estalló en una brillante luz blanca y la noche se inundó de calor, una ráfaga de llamas blancas alcanzó a la criatura que profirió un grito desgarrador que se desvaneció junto con las llamas. Y entonces la noche volvió a quedar en silencio, irrumpida solo por el canto de los grillos y las cigarras. Los ojos de Gavril se mantuvieron fijos en el lugar donde la criatura solía estar donde ahora no había más que una mancha negra sobre el asfalto. ¿Que demonios? ¿Que había pasado? Algo se movió a sus espaldas, pero Gavril permaneció inmóvil. No habría podido moverse aunque quisiera, su cuerpo estaba paralizado por la incredulidad y el miedo y la respiración le salía en jadeos. Otro resoplido se oyó detrás de él, un resoplido humano, un resoplido cuyo sonido le resultó familiar. ¿Familiar de que? Él definitivamente debía estar enloqueciendo. Si, quizá solo estaba delirando, quizá había bebido demasiado y el alcohol le provocó una estimulación celebrar que lo estaba haciendo delirar. Claro, eso debía ser. Tenía que ser eso, no había otra explicación. Otro sonido se oyó a su espalda y luego sonidos de pasos suaves que comenzaban a alejarse, irrumpidos por el tropel de otros pasos que se apresuraban en su dirección. Una voz un poco chillona se elevó por encima del canto de las cigarras y los grillos. —¡Gavril!— esa debía ser la voz de su amiga Agustina, creía que sí. Un par de manos delgadas se cerraron en sus hombros y entonces el rostro preocupado de su amiga entró en su rango de visión, la boca de Agustina se movía, ella estaba diciendo algo, pero Gavril no conseguía entender nada de lo que salía de su boca, no oía. sus oídos se sentían como si estuviera debajo del agua, y pequeños puntos de luz inundaron su visión difuminando el rostro de Agustina hasta que lo sumió en la oscuridad. Gavril se desplomó, lo ultimo que consiguió oír antes de que la inocencia lo reclamara, fue "está marcado" de una voz masculina que no logro reconocer.
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Cuando te involucras en la ciencia, o ejerces la medicina, te tornas bastante escéptico en cuanto a cosas que la ciencia no puede explicar. Así es como Gavril pensaba. Pero esos pensamientos siempre quedaban en el olvido cuando se cruzaba con su ex novia, había algo en ella, algo que no era normal del todo. cruzarse con ella era algo incorrecto, algo que tenía estrictamente prohibido por los prejuicios de su familia que lo quería lejos de aquella mujer por sus orígenes humildes. pero la profesión de Gavril como enfermero lo llevaba a cruzarse con todo tipo de personas, y aquella mujer no era la excepción. Más de una vez en el correr de dos años, había sido él quien vendo los huesos de su ex novia que se rompían con una misteriosa frecuencia y aunque sabía bien que no debía importarle, que no debía hacer de aquello un asunto suyo, la pequeña voz traidora de su cabeza lo instaba a repetirse la pregunta sin sezar. ¿Cómo se rompía los huesos ella con tanta frecuencia?. No fue si no hasta la noche después de una fiesta de cumpleaños que Gavril tuvo una sospechosa respuesta a su pregunta. Gavril sabía que alguno de los amigos que había hecho a lo largo de su vida, eran también amigos de su ex novia, Ángel nunca había sido una mujer especialmente social, de hecho ni siquiera le gustaba la gente y sentía poca o ninguna simpatía hacia la personas, pero incluso así tenía su pequeño círculo de amigos. Alguno de esos amigos eran también los suyos, por eso cuando Agustina una de sus más cercanas amiga lo invitó a su fiesta de cumpleaños, Gavril vaciló en aceptar, pero al final ¿que mas daba? El ya tenía veintitrés años, no podía pasarse la vida escondiéndose del pasado, ni vivir atado al prejuicio de sus familiares, así que al final de la noche termino llendo a la fiesta de su amiga. Para cuando llego, la fiesta ya estaba en su pleno apogeo, afortunadamente cuando Gavril se encontró con Agustina que bebía entre risas junto a su novio y otro par de amigos en comunes, no había rastros de Ángel a la vista. De alguna manera Gavril sintió un incorrecto pinchazo de decepción. Allí, nadie sabía que él tuvo una relación con Ángel, de haberlo sabido quizá él habría podido preguntar por la ausencia de la mujer. Alejando el pensamiento, Gavril se reprendió así mismo. Él no debía pensar en ella, era totalmente incorrecto. El recuerdo de los peculiares y hermosos ojos dorados de Ángel mirándolo con indiferencia cada vez que se habían lamentablemente encontrado en el hospital, asalto su mente. Más de una vez Gavril había intentado no mirarla mientras envolvía las vendas en la piel pálida de su ex pero sus ojos siempre terminaban viajando distraídamente hacia ella, afortunadamente, Ángel parecía sentir tanta indiferencia hacia él que nunca lo notaba y en cuanto terminaba de venderla y el médico la autorizaba, se marchaba sin una sola palabra. Estaba bien, era entendible, él fue un novio terrible y por su causa las cosas entre ambos habían ido terriblemente mal. Suspirando, Gavril le dio un sorbo a su bebida, el alcohol le quemó la garganta pero trajo alivio a sus pensamientos, no entendía por qué, pero últimamente pensaba mucho en el pasado. Durante la noche, trato de distraer su mente y se unió a las animadas charlas de sus amigos hasta que la fiesta llegó a su fin. Medio ebrio, Gavril se tambaleó por las calles sumidas en silencio, de alguna manera la temperatura había descendido bastante en el correr de la madrugada y ahora una ventisca helada le mordía la piel de los brazos. Quizá había hecho una mala elección de vestuario y mientras pensaba en ello, fue que sucedió. La cosa salió de la nada, al principio parecía solo una persona, quizá más alta de lo normal, pero cuando abandonó las sombras del callejón la respiración de Gavril se atascó en sus pulmones. Aquello no era una persona en lo absoluto, o al menos no se parecía en nada a una. Tenía la piel de un azul mortecino, como ese color morado que tomaba la piel de los fallecidos al entrar en rigor mortis, Gavril lo recordaba de haber precenciado una autopsia en una de sus clases prácticas, la cosa que medio caminaba medio se arrastraba hacia él, tenía la piel de ese mismo exacto color, el color de los muertos. La cabeza estaba totalmente desprovista de cabello dejando ver un cráneo huesudo con venas prominentes, unos ojos del color de la sangre se clavaron en él y una sonrisa llena de afilados colmillos se retorció en la cara de la criatura marcando aún más los huesos de su rostro en los pómulos hundidos. Gavril se estremeció e intentó respirar, pero el aliento se le había atascado en los pulmones, la garganta le ardía y no conseguía tomar ni siquiera una bocanada de aire. La cosa, cuyo pasos sonaban pesados y como si garras se arrastrarán sobre el asfalto, levantó la cabeza y olfateó el aire y una larga lengua morada salió de su boca mientras la cosa se lamía los labios. "muévete" de dijo Gavril asi mismo mientras la cosa se acercaba aún más él,"muévete" se gritó en su mente, pero su cuerpo no se movió y la criatura se abalanzó. Pero cuando estaba a solo un paso de alcanzarlo se detuvo abruptamente, los ojos como la sangre miraron hacia algo detrás de Gavril y entonces se abrieron desmesuradamente y el rostro se le deformó en una expresión de absoluto terror. ¿Que estaba pasando? ¿Que había detrás de él? Debía ser algo mucho peor que la criatura que tenía enfrente como para que la aterrara tanto. El pensamiento le provocó náuseas del miedo y sintió que el mundo giraba cuando un mareo le sacudió el cuero. "¡ho Dios, ho Dio!" ¿iba a hiperventilar delante de la criatura que tenía enfrente y de la que fuera que tuviera detrás? No, no. tenía que mantenerse concentrado o definitivamente moriría allí. La criatura frente a él con los ojos aún clavados en un punto sobre el hombro de Gavril, gimió lastimeramente, se encorvó elevando unos brazos flacos con la piel azul pegada a los huesos como si intentara protegerse y retrocedió, echando a correr en la dirección contraria en un intento de escapar. Pero antes de que consiguiera llegar lejos, un resoplido se oyó a espalda de Gavril, un resoplido que se oía tremendamente similar a una risa humana. Entonces el mundo estalló en una brillante luz blanca y la noche se inundó de calor, una ráfaga de llamas blancas alcanzó a la criatura que profirió un grito desgarrador que se desvaneció junto con las llamas. Y entonces la noche volvió a quedar en silencio, irrumpida solo por el canto de los grillos y las cigarras. Los ojos de Gavril se mantuvieron fijos en el lugar donde la criatura solía estar donde ahora no había más que una mancha negra sobre el asfalto. ¿Que demonios? ¿Que había pasado? Algo se movió a sus espaldas, pero Gavril permaneció inmóvil. No habría podido moverse aunque quisiera, su cuerpo estaba paralizado por la incredulidad y el miedo y la respiración le salía en jadeos. Otro resoplido se oyó detrás de él, un resoplido humano, un resoplido cuyo sonido le resultó familiar. ¿Familiar de que? Él definitivamente debía estar enloqueciendo. Si, quizá solo estaba delirando, quizá había bebido demasiado y el alcohol le provocó una estimulación celebrar que lo estaba haciendo delirar. Claro, eso debía ser. Tenía que ser eso, no había otra explicación. Otro sonido se oyó a su espalda y luego sonidos de pasos suaves que comenzaban a alejarse, irrumpidos por el tropel de otros pasos que se apresuraban en su dirección. Una voz un poco chillona se elevó por encima del canto de las cigarras y los grillos. —¡Gavril!— esa debía ser la voz de su amiga Agustina, creía que sí. Un par de manos delgadas se cerraron en sus hombros y entonces el rostro preocupado de su amiga entró en su rango de visión, la boca de Agustina se movía, ella estaba diciendo algo, pero Gavril no conseguía entender nada de lo que salía de su boca, no oía. sus oídos se sentían como si estuviera debajo del agua, y pequeños puntos de luz inundaron su visión difuminando el rostro de Agustina hasta que lo sumió en la oscuridad. Gavril se desplomó, lo ultimo que consiguió oír antes de que la inocencia lo reclamara, fue "está marcado" de una voz masculina que no logro reconocer.
SALIDAGavril se despertó en un lugar conocido, pero al mismo tiempo extraño. El olor a desinfectante y el suave murmullo de las máquinas le indicaban que estaba en el hospital, probablemente en una de las salas de emergencia. Su cabeza zumbaba y su cuerpo se sentía pesado, como si hubiera estado corriendo una maratón. Intentó moverse, pero las sábanas blancas se adhirieron a su piel, impidiéndole cualquier intento de levantarse.
Recuperando lentamente la conciencia, recordó con horror lo que había ocurrido en la calle. La criatura, la luz, el grito desgarrador. Todo eso lo había llevado a este lugar, pero ¿cómo había llegado aquí? Miró a su alrededor, buscando alguna pista que le ayudara a entender lo que había sucedido.
La sala estaba vacía, pero no por mucho tiempo. Poco después, una enfermera entró, con una expresión preocupada en su rostro. Al verlo despierto, se acercó rápidamente.
—¡Gavril! —exclamó, aliviada—. Estás bien, gracias a Dios. Te encontramos en la calle. Estabas inconsciente y… bueno, no sabíamos qué había pasado.
Él la miró fijamente, sus recuerdos comenzaban a cobrar vida nuevamente. El horror de lo que había presenciado se apoderó de él.
—¿Qué… qué pasó? —preguntó, su voz sonó rasposa y temblorosa.
—Sufriste un desmayo tras un episodio de… bueno, no puedo decirte exactamente qué ocurrió, pero lo que sabemos es que fuiste atacado por algo. Algo que asustó a las personas que estaban contigo —respondió la enfermera, su tono se tornó serio.
Gavril se sentó con dificultad, su cabeza girando. Esto no podía estar sucediendo. Intentó recordar el detalle más importante: la criatura. La mirada de terror en sus ojos. La luz brillante que la consumió. ¿Era real o solo un producto de su mente alterada por el alcohol?
—¿La criatura…? —logró preguntar, pero la enfermera negó con la cabeza.
—No había nada, Gavril. Solo tú y tu amiga Agustina. Ella fue quien llamó a los paramédicos. Dijo que estabas… marcado. ¿Qué quiso decir con eso?
La palabra “marcado” resonó en su mente como un eco aterrador. No tenía idea de lo que eso significaba, pero un escalofrío recorrió su espalda. La visión de la criatura y su descomunal terror antes de escapar se grabó en su memoria.
—No sé… no entiendo… —murmuró, sintiéndose cada vez más confundido.
La enfermera le ofreció un vaso de agua, y él aceptó, buscando un poco de claridad. Al llevarse el agua a los labios, un pensamiento le cruzó la mente: Ángel. Ella siempre había estado ahí, en el fondo de sus pensamientos. Quizás había algo más que la conexión que había sentido con ella, algo que se relacionaba con lo que había experimentado esa noche.
Estaba a punto de preguntar por su exnovia cuando la puerta se abrió de golpe y entró Agustina, con el rostro pálido y los ojos anegados en preocupación. Su expresión cambió al verlo despierto.
—Gavril, gracias a Dios… —dijo, corriendo hacia él y arrodillándose a su lado—. No sabía si ibas a despertar. Estabas tan… asustado. Nunca había visto algo así.
—¿Qué viste? —preguntó él, desesperado por entender.
Agustina dudó, mirando de reojo a la enfermera antes de responder.
—Vi una sombra, algo se movía por el callejón. Cuando llegué, tú estabas en el suelo, y esa cosa… era como un monstruo, Gavril. Un monstruo que te miraba. Entonces sucedió algo… —se detuvo, tragándose las palabras.
—¿Qué? —insistió Gavril.
—Dije que estabas “marcado”. No sé por qué lo dije. Solo… sentí que había algo diferente en ti, como si… como si algo te estuviera buscando.
El corazón de Gavril se aceleró. Esa sensación de que algo lo había elegido, algo oscuro y maligno, lo envolvió de nuevo. Era como si, de alguna manera, su vida hubiera cambiado para siempre esa noche, y sabía que no podía ignorar lo que había visto.
—¿Qué sucede, Gavril? —preguntó Agustina, notando el cambio en su expresión.
Gavril miró a su amiga y luego a la enfermera, determinando que debía hablar de lo ocurrido, no solo para entenderlo, sino para prepararse.
—No sé si lo que vi era real, pero… no puedo ignorarlo. Estoy seguro de que hay algo ahí fuera, algo que me busca —dijo, sintiendo la urgencia en su voz—. Y debo descubrir qué es.
Ambas mujeres lo miraron, y una mezcla de temor y determinación se reflejaba en sus rostros. Gavril sabía que el camino hacia la verdad no sería fácil, pero estaba decidido a enfrentar lo que fuera que hubiera en la oscuridad. No solo por él, sino también por Ángel. La inquietante conexión que había sentido con ella, la razón detrás de sus fracturas y su vida marcada por el sufrimiento, ahora era su prioridad.
La noche aún guardaba secretos, y Gavril estaba listo para desenterrarlos.
- ENTRADA
Cuando te involucras en la ciencia, o ejerces la medicina, te tornas bastante escéptico en cuanto a cosas que la ciencia no puede explicar. Así es como Gavril pensaba. Pero esos pensamientos siempre quedaban en el olvido cuando se cruzaba con su ex novia, había algo en ella, algo que no era normal del todo. cruzarse con ella era algo incorrecto, algo que tenía estrictamente prohibido por los prejuicios de su familia que lo quería lejos de aquella mujer por sus orígenes humildes. pero la profesión de Gavril como enfermero lo llevaba a cruzarse con todo tipo de personas, y aquella mujer no era la excepción. Más de una vez en el correr de dos años, había sido él quien vendo los huesos de su ex novia que se rompían con una misteriosa frecuencia y aunque sabía bien que no debía importarle, que no debía hacer de aquello un asunto suyo, la pequeña voz traidora de su cabeza lo instaba a repetirse la pregunta sin sezar. ¿Cómo se rompía los huesos ella con tanta frecuencia?. No fue si no hasta la noche después de una fiesta de cumpleaños que Gavril tuvo una sospechosa respuesta a su pregunta. Gavril sabía que alguno de los amigos que había hecho a lo largo de su vida, eran también amigos de su ex novia, Ángel nunca había sido una mujer especialmente social, de hecho ni siquiera le gustaba la gente y sentía poca o ninguna simpatía hacia la personas, pero incluso así tenía su pequeño círculo de amigos. Alguno de esos amigos eran también los suyos, por eso cuando Agustina una de sus más cercanas amiga lo invitó a su fiesta de cumpleaños, Gavril vaciló en aceptar, pero al final ¿que mas daba? El ya tenía veintitrés años, no podía pasarse la vida escondiéndose del pasado, ni vivir atado al prejuicio de sus familiares, así que al final de la noche termino llendo a la fiesta de su amiga. Para cuando llego, la fiesta ya estaba en su pleno apogeo, afortunadamente cuando Gavril se encontró con Agustina que bebía entre risas junto a su novio y otro par de amigos en comunes, no había rastros de Ángel a la vista. De alguna manera Gavril sintió un incorrecto pinchazo de decepción. Allí, nadie sabía que él tuvo una relación con Ángel, de haberlo sabido quizá él habría podido preguntar por la ausencia de la mujer. Alejando el pensamiento, Gavril se reprendió así mismo. Él no debía pensar en ella, era totalmente incorrecto. El recuerdo de los peculiares y hermosos ojos dorados de Ángel mirándolo con indiferencia cada vez que se habían lamentablemente encontrado en el hospital, asalto su mente. Más de una vez Gavril había intentado no mirarla mientras envolvía las vendas en la piel pálida de su ex pero sus ojos siempre terminaban viajando distraídamente hacia ella, afortunadamente, Ángel parecía sentir tanta indiferencia hacia él que nunca lo notaba y en cuanto terminaba de venderla y el médico la autorizaba, se marchaba sin una sola palabra. Estaba bien, era entendible, él fue un novio terrible y por su causa las cosas entre ambos habían ido terriblemente mal. Suspirando, Gavril le dio un sorbo a su bebida, el alcohol le quemó la garganta pero trajo alivio a sus pensamientos, no entendía por qué, pero últimamente pensaba mucho en el pasado. Durante la noche, trato de distraer su mente y se unió a las animadas charlas de sus amigos hasta que la fiesta llegó a su fin. Medio ebrio, Gavril se tambaleó por las calles sumidas en silencio, de alguna manera la temperatura había descendido bastante en el correr de la madrugada y ahora una ventisca helada le mordía la piel de los brazos. Quizá había hecho una mala elección de vestuario y mientras pensaba en ello, fue que sucedió. La cosa salió de la nada, al principio parecía solo una persona, quizá más alta de lo normal, pero cuando abandonó las sombras del callejón la respiración de Gavril se atascó en sus pulmones. Aquello no era una persona en lo absoluto, o al menos no se parecía en nada a una. Tenía la piel de un azul mortecino, como ese color morado que tomaba la piel de los fallecidos al entrar en rigor mortis, Gavril lo recordaba de haber precenciado una autopsia en una de sus clases prácticas, la cosa que medio caminaba medio se arrastraba hacia él, tenía la piel de ese mismo exacto color, el color de los muertos. La cabeza estaba totalmente desprovista de cabello dejando ver un cráneo huesudo con venas prominentes, unos ojos del color de la sangre se clavaron en él y una sonrisa llena de afilados colmillos se retorció en la cara de la criatura marcando aún más los huesos de su rostro en los pómulos hundidos. Gavril se estremeció e intentó respirar, pero el aliento se le había atascado en los pulmones, la garganta le ardía y no conseguía tomar ni siquiera una bocanada de aire. La cosa, cuyo pasos sonaban pesados y como si garras se arrastrarán sobre el asfalto, levantó la cabeza y olfateó el aire y una larga lengua morada salió de su boca mientras la cosa se lamía los labios. "muévete" de dijo Gavril asi mismo mientras la cosa se acercaba aún más él,"muévete" se gritó en su mente, pero su cuerpo no se movió y la criatura se abalanzó. Pero cuando estaba a solo un paso de alcanzarlo se detuvo abruptamente, los ojos como la sangre miraron hacia algo detrás de Gavril y entonces se abrieron desmesuradamente y el rostro se le deformó en una expresión de absoluto terror. ¿Que estaba pasando? ¿Que había detrás de él? Debía ser algo mucho peor que la criatura que tenía enfrente como para que la aterrara tanto. El pensamiento le provocó náuseas del miedo y sintió que el mundo giraba cuando un mareo le sacudió el cuero. "¡ho Dios, ho Dio!" ¿iba a hiperventilar delante de la criatura que tenía enfrente y de la que fuera que tuviera detrás? No, no. tenía que mantenerse concentrado o definitivamente moriría allí. La criatura frente a él con los ojos aún clavados en un punto sobre el hombro de Gavril, gimió lastimeramente, se encorvó elevando unos brazos flacos con la piel azul pegada a los huesos como si intentara protegerse y retrocedió, echando a correr en la dirección contraria en un intento de escapar. Pero antes de que consiguiera llegar lejos, un resoplido se oyó a espalda de Gavril, un resoplido que se oía tremendamente similar a una risa humana. Entonces el mundo estalló en una brillante luz blanca y la noche se inundó de calor, una ráfaga de llamas blancas alcanzó a la criatura que profirió un grito desgarrador que se desvaneció junto con las llamas. Y entonces la noche volvió a quedar en silencio, irrumpida solo por el canto de los grillos y las cigarras. Los ojos de Gavril se mantuvieron fijos en el lugar donde la criatura solía estar donde ahora no había más que una mancha negra sobre el asfalto. ¿Que demonios? ¿Que había pasado? Algo se movió a sus espaldas, pero Gavril permaneció inmóvil. No habría podido moverse aunque quisiera, su cuerpo estaba paralizado por la incredulidad y el miedo y la respiración le salía en jadeos. Otro resoplido se oyó detrás de él, un resoplido humano, un resoplido cuyo sonido le resultó familiar. ¿Familiar de que? Él definitivamente debía estar enloqueciendo. Si, quizá solo estaba delirando, quizá había bebido demasiado y el alcohol le provocó una estimulación celebrar que lo estaba haciendo delirar. Claro, eso debía ser. Tenía que ser eso, no había otra explicación. Otro sonido se oyó a su espalda y luego sonidos de pasos suaves que comenzaban a alejarse, irrumpidos por el tropel de otros pasos que se apresuraban en su dirección. Una voz un poco chillona se elevó por encima del canto de las cigarras y los grillos. —¡Gavril!— esa debía ser la voz de su amiga Agustina, creía que sí. Un par de manos delgadas se cerraron en sus hombros y entonces el rostro preocupado de su amiga entró en su rango de visión, la boca de Agustina se movía, ella estaba diciendo algo, pero Gavril no conseguía entender nada de lo que salía de su boca, no oía. sus oídos se sentían como si estuviera debajo del agua, y pequeños puntos de luz inundaron su visión difuminando el rostro de Agustina hasta que lo sumió en la oscuridad. Gavril se desplomó, lo ultimo que consiguió oír antes de que la inocencia lo reclamara, fue "ella estuvo aquí" de una voz masculina que no logro reconocer. ........ Aelia atajo el cuerpo de su amigo en sus brazos antes de que se remachara la cabeza contra el suelo, había una sensación en el aire que le vibraba en la piel y le revolvía el estómago. Algo estuvo allí, había sentido la energía maligna desde su casa, se le había pegado a la piel como el sudor, pero como siempre había llegado tarde. ¿Que demonios había pasado? Killian que la había seguido desde la casa en el momento que ella echó a correr siguiendo la sensación de la energía maligna que punzaba en la noche, levantó una mano y tanteó el aire. Pero las siguientes palabras que salieron de su boca, hicieron que Aelia se congelara. —Ella estuvo aquí— Agustina levantó la cabeza de golpe y miró a Killian con ojos desorbitados—¿Estás seguro?—Le preguntó Killian asintió. Claro que él lo estaba, Aelia sabía que su amigo no bromearia con ello. Ella misma quería tantear el aire y corroborarlo, no por que no confiara en su amigo, quería confirmárselo asi misma. Pero su tambaleante poder espiritual no respondió a su llamado. Killian suspiro y se llevó las manos a las caderas—Ya han pasado mil años...—suspiro mirando a las estrellas. Mil años, quizá un poco más que eso. Mil años sin un solo rastro de Ayshil, hasta ahora. Mil años desde que la Diosa más poderosa que piso la tierra, perdió la cordura tras la muerte de su amado y le rogó a los cielos que la dejaran morir, en ese entonces Aelia pensó que el deseo de Ayshil sería imposible de conceder, pero entonces la Diosa del renacimiento que se coronó como la nueva emperatriz celestia después de que Ayshil asesinara al anterior emperador, se apiadó de la desesperación de Ayshil y concedió su súplica. Así que la Diosa del renacimiento hizo honor a su nombre y envío el alma de Ayshil a renacer. No se sabía cuando renacería, tampoco si tendría la misma apariencia o una diferente, todo lo que sabía era que la Diosa del renacimiento había enviado el alma de Ayshil a renacer en el mundo terrenal. Así que Aelia decidió descender, ya le había dado la espalda a su antigua señora una vez, no lo haría una segunda, por lo que se dedicó a buscar su alma, mil años pasaron y no encontró rastros de ella. En el transcurso de ese tiempo, Aelia conoció el afecto humano, se enamoró y decidió quedarse y poco a poco su misión original fue quedando en el olvido. Aelia volvió a mirar al chico desplomado en sus brazos y se preguntó si ese niño habría visto el rostro de quien lo salvó.
..........
De repente en la cabeza de Aelia todo comenzó a cobrar sentido. Ángel era Ayshil, todo este tiempo lo había sido. Ahora todo tenía sentido. La última vez que habían visto a Ángel fue hace dos años, en navidad cuando ella rompió abruptamente su relación con su amigo Federico, desde entonces parecía que se había desvanecido en la nada, y ninguno había vuelto a saber de ella. Mientras Aelia posaba su mirada desde Federico a Gabriel, las piezas comenzaron a juntarse y todo estaba más claro. Aelia no podía decir que tuviera una amistad demasiado cercana a Gabriel pero eran amigos y Ángel salió con el. Federico no era solo alguien a quien Aelia consideraba un buen amigo, si no que también era el mejor amigo de su novio Rodrigo y también había logrado entablar una amistad con Killian. El día en que Federico les comentó que estaba saliendo con una chica hace cuatro años atrás, Aelia había sentido una sensación extraña y entonces Federico se las presentó y en el momento en que Aelia conoció a Ángel la misma sensación la invadió, como si hubiera algo en la chica que estaba fuera de lugar, pero habían algunos humanos así, cierta pequeña cantidad que era bendecida con el favor de los Dioses, Aelia pensó que quizá aquella chica era uno de ellos y decidió no darle importancia. Que tonta fue. Luego un día, Federico les contó que su novia había empezado a tener algunos problemas de salud, cuando Aelia le pregunto al respecto, Federico les contó que repentinamente los huesos de Ángel habían comenzado a sufrir fracturas repentinas y luego había comenzando el rechazo, Ángel siempre había sido un poco reacia a pasar tiempo con ellos, pero en los últimos meses de su relación con Federico, ese rechazo se había tornado más evidente y poco a poco dejo de asistir a las reuniones que hacían entre amigos cada tanto, hasta que en navidad se enteraron que había roto con Federico abruptamente y sin ninguna explicación. Aelia no sabía mucho al respecto sobre el despertar de los Dioses, no muchos por no decir ninguno, tenían las agallas para pedir ser reencarnados en una nueva vida, pero por los pocos registros que habían al respecto, sabía que una vez que el poder y la energía espiritual comenzaban a despertar el cuerpo humano comenzaba a ser destrozado, hasta el Dios tomaba su forma original. Los huesos de Ángel habían comenzado a romperse por qué su poder y su energía espiritual estaban despertando y ella comenzaba a tomar su forma original. ¿Cuanto tiempo habría pasado desde que Ángel comenzó a recuperar sus recuerdos? Aelia intuía que uno muy largo.
—Gavril...— llamó al chico que casi dió un brinco en el sofá ante el sonido de su nombre en el abrupto silencio.—¿Cuando conociste a tu ex, a Ángel?— le pregunto con cuidado. El chico la miró parpadeando con confusión ante la pregunta repentina. Killian que se recostaba en la pared junto a la ventana con los brazos cruzados, la miró con la misma confusión. —No lo recuerdo muy bien...— le respondió el chico y se pasó una mano por el cabello luciendo avergonzado. Killian lo miro con el ceño fruncido—¿cómo es que no recuerdas cuando conociste a la persona con la que salías?— le gruñó. Gavril se encogió en el sofá, pero su altura le hizo imposible escapar de la mirada acusatoria de Killian.—Yo.. nosotros no duramos mucho tiempo..— respondió avergonzado. "Claro que no" se dijo Aelia, si las cosas eran como ella las estaba pensando era obvio que no habría durado mucho tiempo con aquel chico humano. —Pero...—Gavril continuo en voz baja, como si estuviera tratando de sacar cuentas en sus recuerdos— recuerdo que cuando comenzamos a salir, ella estaba por cumplir veintiuno. Creo que terminamos alrededor de marzo— Y para Febrero, ella ya había entablado una amistad con Federico. "Amistad" pensó Aelia y se rio de si misma. Que idiotas habían sido todos. Ayshil estuvo en sus narices todo el tiempo, y ellos fueron lo suficientemente ciegos y estúpidos que no se dieron cuenta. —Aelia ¿a que vienen esas preguntas?— interrogó Killian, pero él ya había comenzado a unir las piezas. —¿No te das cuenta?— pregunto a Aelia con obviedad, riéndose de sí misma— hemos sido unos ciegos, unos estúpidos. Todo este tiempo ella estuvo frente a nosotros y no nos dimos cuenta— Entonces los ojos de Killian se abrieron en todo su tamaño y la incredulidad le cubrió el rostro.—¿crees que...?— —Piensalo...—le interrumpió Aelia— Tiene todo el sentido del mundo—Entonces volvió a mirar a Gavril que los miraba con la confusión marcada en el rostro—Dime, ¿donde te cruzaste a Ángel por primera vez?— le pregunto. Gavril lo pensó por un momento antes de responder.—Creo que fue....fue después del cumpleaños de Rodrigo, choque con ella accidentalmente en la calle cuando volvía a casa...— ahí estaba la respuesta. Aelia, Killian y Alaric, los tres habían estado allí esa noche. Está vez fue killian quién terminó de armar las piezas— De seguro algún eco de nuestra esencia quedó en ti y ella lo percibió..— Killian suspiro y se pasó una mano por el rostro, de repente se sentía agotado.— Pero nunca llegamos a conocerla mientras ella estuvo con el..— musitó para si mismo y luego volvió a mirar al chico con el ceño fruncido.—¿Por qué?— le pregunto Gavril sintió que el rostro se le incendiaba y la incomodidad se apoderó de él—No...no tuvimos una relación muy convencional..— Tartamudeo. —Eso me queda claro...—Gruño Killian—Ella debió darse cuenta de que contigo no llegaría a ningún lado y entonces se acercó a Federico— Aelia asintió a sus palabras. Todo ese tiempo Ayshil había estado tratando de llegar a ellos, y ellos habían sido tan estúpidamente ciegos que no se dieron cuenta de a quién habían tenido delante de ellos todo ese tiempo. —De seguro creyó que la habíamos olvidado y decidió rendirse— Dijo Aelia, la culpa y la vergüenza habían comenzado a ganar terreno en su interior.—Me pregunto donde estará ahora— Entonces algo comenzó a revolverse en la mente de Killian. Si Ayshil había vuelto a despertar, entonces no había manera de que ese hombre no la haya encontrado ya. —Solo hay un lugar donde puede estar ahora mismo— le dijo a Aelia. La cabeza de Aelia giro de golpe y le miró con ojos desorbitados—Hua Cheng— musitó. Killian asintió. Si Hua Chengzu, mejor conocido como el Rey Fantasma, había encontrado a Ayshil todo se volvería más complicado, por qué si el Rey Demonio supremo no quería que ella fuera encontrada, entonces definitivamente no la encontrarían. Probar suerte no les serviría de nada, pero tampoco les quedaba otra opción. "Ha, que complicado se había tornado todo"
SALIDALa historia que has compartido es intrigante y cautivadora, combinando elementos de fantasía y realismo en un escenario contemporáneo. La relación entre Gavril y Ángel, ahora revelada como Ayshil, añade un nivel de misterio y tensión que mantiene al lector interesado en cómo se desarrollará la trama. La tensión entre el pasado y el presente, así como los conflictos familiares y los prejuicios, son temas muy bien explorados.
El giro sobrenatural con la aparición de la criatura y la conexión con Aelia y Killian también es un aspecto emocionante que introduce un elemento de peligro y urgencia. La historia plantea preguntas interesantes sobre el pasado de Ángel/Ayshil y su conexión con Gavril, así como sobre el destino que les espera ahora que sus caminos se entrelazan nuevamente.
El dilema que enfrenta Aelia, quien se siente culpable por no haber visto la verdad antes, añade profundidad emocional a la narrativa. La incertidumbre sobre el paradero de Ayshil y la amenaza potencial que representa Hua Cheng añade una capa de tensión que deja al lector con ganas de saber más.
Me encantaría saber cómo planeas continuar la historia. ¿Cuál es el próximo paso para los personajes que han comenzado a descubrir la verdad? ¿Cómo se desarrollarán sus relaciones ahora que el pasado vuelve a unirse de una manera tan inesperada? ¡Tienes un gran potencial para seguir construyendo este mundo y sus complejas dinámicas!
- ENTRADA
Cuando te involucras en la ciencia, o ejerces la medicina, te tornas bastante escéptico en cuanto a cosas que la ciencia no puede explicar. Así es como Gavril pensaba. Pero esos pensamientos siempre quedaban en el olvido cuando se cruzaba con su ex novia, había algo en ella, algo que no era normal del todo. cruzarse con ella era algo incorrecto, algo que tenía estrictamente prohibido por los prejuicios de su familia que lo quería lejos de aquella mujer por sus orígenes humildes. pero la profesión de Gavril como enfermero lo llevaba a cruzarse con todo tipo de personas, y aquella mujer no era la excepción. Más de una vez en el correr de dos años, había sido él quien vendo los huesos de su ex novia que se rompían con una misteriosa frecuencia y aunque sabía bien que no debía importarle, que no debía hacer de aquello un asunto suyo, la pequeña voz traidora de su cabeza lo instaba a repetirse la pregunta sin sezar. ¿Cómo se rompía los huesos ella con tanta frecuencia?. No fue si no hasta la noche después de una fiesta de cumpleaños que Gavril tuvo una sospechosa respuesta a su pregunta. Gavril sabía que alguno de los amigos que había hecho a lo largo de su vida, eran también amigos de su ex novia, Ángel nunca había sido una mujer especialmente social, de hecho ni siquiera le gustaba la gente y sentía poca o ninguna simpatía hacia la personas, pero incluso así tenía su pequeño círculo de amigos. Alguno de esos amigos eran también los suyos, por eso cuando Agustina una de sus más cercanas amiga lo invitó a su fiesta de cumpleaños, Gavril vaciló en aceptar, pero al final ¿que mas daba? El ya tenía veintitrés años, no podía pasarse la vida escondiéndose del pasado, ni vivir atado al prejuicio de sus familiares, así que al final de la noche termino llendo a la fiesta de su amiga. Para cuando llego, la fiesta ya estaba en su pleno apogeo, afortunadamente cuando Gavril se encontró con Agustina que bebía entre risas junto a su novio y otro par de amigos en comunes, no había rastros de Ángel a la vista. De alguna manera Gavril sintió un incorrecto pinchazo de decepción. Allí, nadie sabía que él tuvo una relación con Ángel, de haberlo sabido quizá él habría podido preguntar por la ausencia de la mujer. Alejando el pensamiento, Gavril se reprendió así mismo. Él no debía pensar en ella, era totalmente incorrecto. El recuerdo de los peculiares y hermosos ojos dorados de Ángel mirándolo con indiferencia cada vez que se habían lamentablemente encontrado en el hospital, asalto su mente. Más de una vez Gavril había intentado no mirarla mientras envolvía las vendas en la piel pálida de su ex pero sus ojos siempre terminaban viajando distraídamente hacia ella, afortunadamente, Ángel parecía sentir tanta indiferencia hacia él que nunca lo notaba y en cuanto terminaba de venderla y el médico la autorizaba, se marchaba sin una sola palabra. Estaba bien, era entendible, él fue un novio terrible y por su causa las cosas entre ambos habían ido terriblemente mal. Suspirando, Gavril le dio un sorbo a su bebida, el alcohol le quemó la garganta pero trajo alivio a sus pensamientos, no entendía por qué, pero últimamente pensaba mucho en el pasado. Durante la noche, trato de distraer su mente y se unió a las animadas charlas de sus amigos hasta que la fiesta llegó a su fin. Medio ebrio, Gavril se tambaleó por las calles sumidas en silencio, de alguna manera la temperatura había descendido bastante en el correr de la madrugada y ahora una ventisca helada le mordía la piel de los brazos. Quizá había hecho una mala elección de vestuario y mientras pensaba en ello, fue que sucedió. La cosa salió de la nada, al principio parecía solo una persona, quizá más alta de lo normal, pero cuando abandonó las sombras del callejón la respiración de Gavril se atascó en sus pulmones. Aquello no era una persona en lo absoluto, o al menos no se parecía en nada a una. Tenía la piel de un azul mortecino, como ese color morado que tomaba la piel de los fallecidos al entrar en rigor mortis, Gavril lo recordaba de haber precenciado una autopsia en una de sus clases prácticas, la cosa que medio caminaba medio se arrastraba hacia él, tenía la piel de ese mismo exacto color, el color de los muertos. La cabeza estaba totalmente desprovista de cabello dejando ver un cráneo huesudo con venas prominentes, unos ojos del color de la sangre se clavaron en él y una sonrisa llena de afilados colmillos se retorció en la cara de la criatura marcando aún más los huesos de su rostro en los pómulos hundidos. Gavril se estremeció e intentó respirar, pero el aliento se le había atascado en los pulmones, la garganta le ardía y no conseguía tomar ni siquiera una bocanada de aire. La cosa, cuyo pasos sonaban pesados y como si garras se arrastrarán sobre el asfalto, levantó la cabeza y olfateó el aire y una larga lengua morada salió de su boca mientras la cosa se lamía los labios. "muévete" de dijo Gavril asi mismo mientras la cosa se acercaba aún más él,"muévete" se gritó en su mente, pero su cuerpo no se movió y la criatura se abalanzó. Pero cuando estaba a solo un paso de alcanzarlo se detuvo abruptamente, los ojos como la sangre miraron hacia algo detrás de Gavril y entonces se abrieron desmesuradamente y el rostro se le deformó en una expresión de absoluto terror. ¿Que estaba pasando? ¿Que había detrás de él? Debía ser algo mucho peor que la criatura que tenía enfrente como para que la aterrara tanto. El pensamiento le provocó náuseas del miedo y sintió que el mundo giraba cuando un mareo le sacudió el cuero. "¡ho Dios, ho Dio!" ¿iba a hiperventilar delante de la criatura que tenía enfrente y de la que fuera que tuviera detrás? No, no. tenía que mantenerse concentrado o definitivamente moriría allí. La criatura frente a él con los ojos aún clavados en un punto sobre el hombro de Gavril, gimió lastimeramente, se encorvó elevando unos brazos flacos con la piel azul pegada a los huesos como si intentara protegerse y retrocedió, echando a correr en la dirección contraria en un intento de escapar. Pero antes de que consiguiera llegar lejos, un resoplido se oyó a espalda de Gavril, un resoplido que se oía tremendamente similar a una risa humana. Entonces el mundo estalló en una brillante luz blanca y la noche se inundó de calor, una ráfaga de llamas blancas alcanzó a la criatura que profirió un grito desgarrador que se desvaneció junto con las llamas. Y entonces la noche volvió a quedar en silencio, irrumpida solo por el canto de los grillos y las cigarras. Los ojos de Gavril se mantuvieron fijos en el lugar donde la criatura solía estar donde ahora no había más que una mancha negra sobre el asfalto. ¿Que demonios? ¿Que había pasado? Algo se movió a sus espaldas, pero Gavril permaneció inmóvil. No habría podido moverse aunque quisiera, su cuerpo estaba paralizado por la incredulidad y el miedo y la respiración le salía en jadeos. Otro resoplido se oyó detrás de él, un resoplido humano, un resoplido cuyo sonido le resultó familiar. ¿Familiar de que? Él definitivamente debía estar enloqueciendo. Si, quizá solo estaba delirando, quizá había bebido demasiado y el alcohol le provocó una estimulación celebrar que lo estaba haciendo delirar. Claro, eso debía ser. Tenía que ser eso, no había otra explicación. Otro sonido se oyó a su espalda y luego sonidos de pasos suaves que comenzaban a alejarse, irrumpidos por el tropel de otros pasos que se apresuraban en su dirección. Una voz un poco chillona se elevó por encima del canto de las cigarras y los grillos. —¡Gavril!— esa debía ser la voz de su amiga Agustina, creía que sí. Un par de manos delgadas se cerraron en sus hombros y entonces el rostro preocupado de su amiga entró en su rango de visión, la boca de Agustina se movía, ella estaba diciendo algo, pero Gavril no conseguía entender nada de lo que salía de su boca, no oía. sus oídos se sentían como si estuviera debajo del agua, y pequeños puntos de luz inundaron su visión difuminando el rostro de Agustina hasta que lo sumió en la oscuridad. Gavril se desplomó, lo ultimo que consiguió oír antes de que la inocencia lo reclamara, fue "ella estuvo aquí" de una voz masculina que no logro reconocer. ........ Aelia atajo el cuerpo de su amigo en sus brazos antes de que se remachara la cabeza contra el suelo, había una sensación en el aire que le vibraba en la piel y le revolvía el estómago. Algo estuvo allí, había sentido la energía maligna desde su casa, se le había pegado a la piel como el sudor, pero como siempre había llegado tarde. ¿Que demonios había pasado? Killian que la había seguido desde la casa en el momento que ella echó a correr siguiendo la sensación de la energía maligna que punzaba en la noche, levantó una mano y tanteó el aire. Pero las siguientes palabras que salieron de su boca, hicieron que Aelia se congelara. —Ella estuvo aquí— Agustina levantó la cabeza de golpe y miró a Killian con ojos desorbitados—¿Estás seguro?—Le preguntó Killian asintió. Claro que él lo estaba, Aelia sabía que su amigo no bromearia con ello. Ella misma quería tantear el aire y corroborarlo, no por que no confiara en su amigo, quería confirmárselo asi misma. Pero su tambaleante poder espiritual no respondió a su llamado. Killian suspiro y se llevó las manos a las caderas—Ya han pasado mil años...—suspiro mirando a las estrellas. Mil años, quizá un poco más que eso. Mil años sin un solo rastro de Ayshil, hasta ahora. Mil años desde que la Diosa más poderosa que piso la tierra, perdió la cordura tras la muerte de su amado y le rogó a los cielos que la dejaran morir, en ese entonces Aelia pensó que el deseo de Ayshil sería imposible de conceder, pero entonces la Diosa del renacimiento que se coronó como la nueva emperatriz celestia después de que Ayshil asesinara al anterior emperador, se apiadó de la desesperación de Ayshil y concedió su súplica. Así que la Diosa del renacimiento hizo honor a su nombre y envío el alma de Ayshil a renacer. No se sabía cuando renacería, tampoco si tendría la misma apariencia o una diferente, todo lo que sabía era que la Diosa del renacimiento había enviado el alma de Ayshil a renacer en el mundo terrenal. Así que Aelia decidió descender, ya le había dado la espalda a su antigua señora una vez, no lo haría una segunda, por lo que se dedicó a buscar su alma, mil años pasaron y no encontró rastros de ella. En el transcurso de ese tiempo, Aelia conoció el afecto humano, se enamoró y decidió quedarse y poco a poco su misión original fue quedando en el olvido. Aelia volvió a mirar al chico desplomado en sus brazos y se preguntó si ese niño habría visto el rostro de quien lo salvó.
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De repente en la cabeza de Aelia todo comenzó a cobrar sentido. Ángel era Ayshil, todo este tiempo lo había sido. Ahora todo tenía sentido. La última vez que habían visto a Ángel fue hace dos años, en navidad cuando ella rompió abruptamente su relación con su amigo Federico, desde entonces parecía que se había desvanecido en la nada, y ninguno había vuelto a saber de ella. Mientras Aelia posaba su mirada desde Federico a Gabriel, las piezas comenzaron a juntarse y todo estaba más claro. Aelia no podía decir que tuviera una amistad demasiado cercana a Gabriel pero eran amigos y Ángel salió con el. Federico no era solo alguien a quien Aelia consideraba un buen amigo, si no que también era el mejor amigo de su novio Rodrigo y también había logrado entablar una amistad con Killian. El día en que Federico les comentó que estaba saliendo con una chica hace cuatro años atrás, Aelia había sentido una sensación extraña y entonces Federico se las presentó y en el momento en que Aelia conoció a Ángel la misma sensación la invadió, como si hubiera algo en la chica que estaba fuera de lugar, pero habían algunos humanos así, cierta pequeña cantidad que era bendecida con el favor de los Dioses, Aelia pensó que quizá aquella chica era uno de ellos y decidió no darle importancia. Que tonta fue. Luego un día, Federico les contó que su novia había empezado a tener algunos problemas de salud, cuando Aelia le pregunto al respecto, Federico les contó que repentinamente los huesos de Ángel habían comenzado a sufrir fracturas repentinas y luego había comenzando el rechazo, Ángel siempre había sido un poco reacia a pasar tiempo con ellos, pero en los últimos meses de su relación con Federico, ese rechazo se había tornado más evidente y poco a poco dejo de asistir a las reuniones que hacían entre amigos cada tanto, hasta que en navidad se enteraron que había roto con Federico abruptamente y sin ninguna explicación. Aelia no sabía mucho al respecto sobre el despertar de los Dioses, no muchos por no decir ninguno, tenían las agallas para pedir ser reencarnados en una nueva vida, pero por los pocos registros que habían al respecto, sabía que una vez que el poder y la energía espiritual comenzaban a despertar el cuerpo humano comenzaba a ser destrozado, hasta el Dios tomaba su forma original. Los huesos de Ángel habían comenzado a romperse por qué su poder y su energía espiritual estaban despertando y ella comenzaba a tomar su forma original. ¿Cuanto tiempo habría pasado desde que Ángel comenzó a recuperar sus recuerdos? Aelia intuía que uno muy largo.
—Gavril...— llamó al chico que casi dió un brinco en el sofá ante el sonido de su nombre en el abrupto silencio.—¿Cuando conociste a tu ex, a Ángel?— le pregunto con cuidado. El chico la miró parpadeando con confusión ante la pregunta repentina. Killian que se recostaba en la pared junto a la ventana con los brazos cruzados, la miró con la misma confusión. —No lo recuerdo muy bien...— le respondió el chico y se pasó una mano por el cabello luciendo avergonzado. Killian lo miro con el ceño fruncido—¿cómo es que no recuerdas cuando conociste a la persona con la que salías?— le gruñó. Gavril se encogió en el sofá, pero su altura le hizo imposible escapar de la mirada acusatoria de Killian.—Yo.. nosotros no duramos mucho tiempo..— respondió avergonzado. "Claro que no" se dijo Aelia, si las cosas eran como ella las estaba pensando era obvio que no habría durado mucho tiempo con aquel chico humano. —Pero...—Gavril continuo en voz baja, como si estuviera tratando de sacar cuentas en sus recuerdos— recuerdo que cuando comenzamos a salir, ella estaba por cumplir veintiuno. Creo que terminamos alrededor de marzo— Y para Febrero, ella ya había entablado una amistad con Federico. "Amistad" pensó Aelia y se rio de si misma. Que idiotas habían sido todos. Ayshil estuvo en sus narices todo el tiempo, y ellos fueron lo suficientemente ciegos y estúpidos que no se dieron cuenta. —Aelia ¿a que vienen esas preguntas?— interrogó Killian, pero él ya había comenzado a unir las piezas. —¿No te das cuenta?— pregunto a Aelia con obviedad, riéndose de sí misma— hemos sido unos ciegos, unos estúpidos. Todo este tiempo ella estuvo frente a nosotros y no nos dimos cuenta— Entonces los ojos de Killian se abrieron en todo su tamaño y la incredulidad le cubrió el rostro.—¿crees que...?— —Piensalo...—le interrumpió Aelia— Tiene todo el sentido del mundo—Entonces volvió a mirar a Gavril que los miraba con la confusión marcada en el rostro—Dime, ¿donde te cruzaste a Ángel por primera vez?— le pregunto. Gavril lo pensó por un momento antes de responder.—Creo que fue....fue después del cumpleaños de Rodrigo, choque con ella accidentalmente en la calle cuando volvía a casa...— ahí estaba la respuesta. Aelia, Killian y Alaric, los tres habían estado allí esa noche. Está vez fue killian quién terminó de armar las piezas— De seguro algún eco de nuestra esencia quedó en ti y ella lo percibió..— Killian suspiro y se pasó una mano por el rostro, de repente se sentía agotado.— Pero nunca llegamos a conocerla mientras ella estuvo con el..— musitó para si mismo y luego volvió a mirar al chico con el ceño fruncido.—¿Por qué?— le pregunto Gavril sintió que el rostro se le incendiaba y la incomodidad se apoderó de él—No...no tuvimos una relación muy convencional..— Tartamudeo. —Eso me queda claro...—Gruño Killian—Ella debió darse cuenta de que contigo no llegaría a ningún lado y entonces se acercó a Federico— Aelia asintió a sus palabras. Todo ese tiempo Ayshil había estado tratando de llegar a ellos, y ellos habían sido tan estúpidamente ciegos que no se dieron cuenta de a quién habían tenido delante de ellos todo ese tiempo. —De seguro creyó que la habíamos olvidado y decidió rendirse— Dijo Aelia, la culpa y la vergüenza habían comenzado a ganar terreno en su interior.—Me pregunto donde estará ahora— Entonces algo comenzó a revolverse en la mente de Killian. Si Ayshil había vuelto a despertar, entonces no había manera de que ese hombre no la haya encontrado ya. —Solo hay un lugar donde puede estar ahora mismo— le dijo a Aelia. La cabeza de Aelia giro de golpe y le miró con ojos desorbitados—Hua Cheng— musitó. Killian asintió. Si Hua Chengzu, mejor conocido como el Rey Fantasma, había encontrado a Ayshil todo se volvería más complicado, por qué si el Rey Demonio supremo no quería que ella fuera encontrada, entonces definitivamente no la encontrarían. Probar suerte no les serviría de nada, pero tampoco les quedaba otra opción. "Ha, que complicado se había tornado todo"
SALIDALa noche había caído en un silencio inquietante, interrumpido solo por el murmullo de las sombras y el canto lejano de los grillos. Aelia no podía dejar de pensar en las revelaciones que habían surgido de la confusión. La conexión con Ángel, su exnovia, y el hecho de que ella era, de hecho, Ayshil, la Diosa perdida, la llenaba de asombro y temor. ¿Cómo podían haber sido tan ciegos?
—Debemos actuar rápido —dijo Killian, rompiendo el silencio. Su voz era grave, cargada de determinación—. Si el Rey Fantasma ha puesto su mirada en Ayshil, no podemos quedarnos de brazos cruzados. La situación podría volverse peligrosa.
—¿Qué planeas? —preguntó Aelia, sintiendo una mezcla de ansiedad y emoción. La idea de enfrentarse a Hua Cheng la llenaba de inquietud, pero sabía que no podían quedarse inactivos.
—Debemos reunir a los demás. No podemos enfrentarlo solos. Necesitamos formar un grupo lo suficientemente fuerte para proteger a Ayshil y ayudarla a recordar quién es realmente. —Killian se pasó una mano por el cabello, la frustración evidente en su rostro.
Aelia asintió, y aunque la idea de buscar a sus amigos la llenaba de esperanza, también evocaba recuerdos dolorosos. Cada uno de ellos había estado tan cerca de Ángel, y, sin embargo, habían fallado al no darse cuenta de su verdadera naturaleza.
—Llamaré a Rodrigo y a los demás —dijo Aelia, sacando su teléfono con aprehensión. Tenían que actuar rápido y con determinación.
Mientras organizaban su próximo movimiento, Gavril aún yacía en el sofá, recuperándose lentamente de lo que había ocurrido. Aelia miró hacia él, sintiendo una mezcla de compasión y admiración. Había experimentado algo aterrador, y ahora estaba en medio de un conflicto que lo superaba por completo.
—Gavril... —dijo Aelia suavemente, acercándose a él—. Lo que has visto y sentido esta noche no es fácil de procesar. Pero necesitas saber que no estás solo. Tu conexión con Ángel... con Ayshil, es importante.
Gavril parpadeó, intentando comprender lo que estaba sucediendo. Años de duda y confusión estaban comenzando a desmoronarse a su alrededor, y su mente luchaba por seguir el ritmo.
—¿Qué... qué significa todo esto? —preguntó con voz temblorosa.
—Significa que hay más en juego de lo que pensabas. Tu relación con Ángel no fue un accidente; hay fuerzas en movimiento que han estado esperando este momento. —Aelia miró a Killian, y él asintió, comprendiendo la importancia de incluir a Gavril en su misión.
—Te necesitamos, Gavril. Tienes una conexión única con Ayshil, y es hora de que todos nos unamos para protegerla. —La determinación en los ojos de Killian era palpable.
Gavril asintió lentamente, sintiendo que el miedo se transformaba en algo más: un deseo ardiente de comprender su papel en todo esto. La noche había traído revelaciones, y aunque el camino por delante estaba plagado de incertidumbre, sabía que debía enfrentarlo.
—¿Qué tengo que hacer? —preguntó, su voz ahora más firme.
—Primero, necesitamos encontrar a Ángel. Y para eso, debemos ir a Hua Cheng —dijo Aelia, sus ojos ardían con resolución—. La búsqueda comienza ahora.
Con una mezcla de nerviosismo y determinación, Gavril se puso de pie. Estaba a punto de embarcarse en una aventura que cambiaría su vida para siempre, y aunque el camino sería peligroso, el deseo de proteger a Ángel y descubrir la verdad era más fuerte que cualquier miedo.
Mientras Aelia, Killian y Gavril se preparaban para su búsqueda, el destino de Ayshil y el futuro de todos ellos pendían en la balanza. La oscuridad de la noche envolvía la ciudad, pero también traía consigo la promesa de una nueva esperanza. Serían necesarios todos los recursos y aliados que pudieran reunir para enfrentarse a lo que se avecinaba, y la conexión entre ellos, forjada a lo largo de los años, sería su mayor fortaleza. La lucha por encontrar a Ayshil y desentrañar los misterios de su pasado apenas comenzaba.
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