mateo de toro y zambrano
(Mateo de Toro y Zambrano se encuentra en una sala oscura, las sombras se alargan a su alrededor mientras sus dedos tamborilean con impaciencia sobre la mesa. Su mirada es intensa, llena de frustración y determinación. Se levanta de un salto, sus manos se levantan como si quisiera sacar de su pecho la rabia que lo consume.)
MATEO:
¡¿Cómo es posible?! (Su voz retumba en la sala vacía.) ¡Nos han llevado al borde del abismo! ¡¿Acaso no ven lo que está sucediendo en nuestra tierra?! (Se pasea de un lado a otro, gesticulando con pasión.) Los criollos, nuestros hermanos, están siendo aplastados bajo el yugo de una corona que nos ignora, que nos desprecia. ¡Todo por mantener su privilegiado trono en tierras lejanas!
(Se detiene y apoya las manos sobre la mesa, su rostro se acerca, casi como si hablara con cada uno de los presentes. Su tono se vuelve más intenso.)
Yo he luchado toda mi vida por la justicia, por la dignidad de nuestro pueblo. ¡No soy un peón en su juego! (Se endereza y su mirada se endurece.) He visto cómo nuestros hombres caen, cómo nuestras mujeres lloran por la opresión. ¡Esto no es solo un asunto de política! Es una cuestión de honor.
(Su voz se quiebra por un instante al recordar las caras de aquellos que ha perdido, pero rápidamente recupera su compostura.)
¿Y qué hemos hecho nosotros? ¡Nada! (Golpea la mesa con el puño, dejando resonar el sonido. Da un paso atrás, su respiración es profunda y agitada.) ¿Debemos seguir arrodillados ante los que nos ven como inferiores? ¡No! (Levanta el dedo, como si señalara a un enemigo invisible.) ¡Es hora de alzar la voz, de gritar hasta que nos escuchen!
(Su energía se intensifica, camina hacia la ventana y mira hacia el horizonte, como buscando respuestas en la distancia.)
La independencia no es solo un sueño, es nuestra responsabilidad. (Vuelve a girarse, su tono se suaviza, pero la determinación se mantiene firme.) Si no luchamos ahora, si no nos unimos como un solo pueblo, esta historia se repetirá una y otra vez. ¡Nos convertirán en sombras de lo que podríamos haber sido!
(Se dirige al público, su mirada está llena de fervor.)
Así que, ¿qué haremos? ¿Nos quedaremos de brazos cruzados mientras ellos dictan nuestro destino? ¡No! (Su voz se eleva en un grito apasionado.) ¡Lucharemos! Por los que han caído, por los que aún tienen esperanza. Es nuestra hora, nuestra lucha. ¡La independencia de Chile no es solo un ideal, es un grito de libertad que resuena en cada uno de nosotros!
(Con una respiración profunda, Mateo se calma momentáneamente, su rostro se ilumina con un atisbo de esperanza. Se aferra a este nuevo propósito, listo para enfrentar lo que venga. La determinación brilla en sus ojos, mientras concluye.)
Hoy, aquí, declaro que no seremos más súbditos. Desde este instante, somos una nación en busca de su destino. ¡Vamos, hermanos, a luchar por nuestra libertad!
(Con esta declaración, su figura se alza, llena de fuerza y resolución, dejando atrás la rabia, ahora transformada en un ferviente deseo de cambio.)