Atravieso sin cruzar, iluminó sin brillar. Soy ciclo sin retorno, y suspiro sideral
Análisis del acertijo
El texto es breve y muy poético, pero cada verso da pistas concretas:
“Atravieso sin cruzar”
– Algo que penetra o “pasa” a través de la atmósfera o el horizonte, pero sin que su “fuente” (el Sol) llegue a cruzar ese límite.“Iluminó sin brillar”
– Alumbra el cielo, pero no emite luz propia: simplemente dispersa o refleja radiación del Sol que aún no ha salido (o ya se ha ocultado).“Soy ciclo sin retorno”
– Es un acontecimiento periódico (un “ciclo”) que cada día se renueva, pero cada episodio es irrepetible: esa misma luz del día jamás volverá exactamente igual.“Y suspiro sideral”
– Imagen poética que sugiere un “aliento” o “suspiro” proveniente del cosmos, ese instante en que el Sol “respira” antes de mostrarse (o al despedirse).
Pensando en fenómenos que iluminan el cielo, sin emitir luz propia, y que ocurren en un punto justo donde el Sol aún no ha cruzado el horizonte, la respuesta más adecuada es el crepúsculo: el amanecer (o el atardecer), ese instante de luz rasante en la atmósfera.
Razonamiento paso a paso
¿Podría ser la Luna?
– Ilumina sin brillar (refleja luz solar), pero sus fases sí se repiten exactamente (hay retorno), y no encaja tan bien con lo de “atravesar sin cruzar” el horizonte.¿Un eclipse?
– Produce penumbras, pero dura poco y no es propiamente un ciclo diario.¿La aurora boreal u otro fenómeno atmosférico?
– Aunque generan luz sin brillar “desde dentro”, no son ciclos diarios globales.¿El crepúsculo (amanecer/atardecer)?
– El Sol está justo por debajo del horizonte, sus rayos “atraviesan” la atmósfera iluminando el cielo antes (o después) de “cruzar” el horizonte.
– No brilla por sí mismo, sino que dispersa la luz solar.
– Es un ciclo diario irrepetible exactamente igual (“sin retorno”).
– Poéticamente, se describe como un “suspiro” del cosmos antes de que la luz directa inunde la Tierra.
Respuesta
El acertijo alude al crepúsculo (amanecer o atardecer): ese momento en que los rayos solares “atraviesan” la atmósfera e iluminan el cielo sin que el Sol aún haya “cruzado” el horizonte, un ciclo diario que no regresa idéntico y que puede entenderse como un suspiro sideral.